Para éso también, se inventaron las reuniones de viejos compañeros de escuela o trabajo, yo voy a todas, incluso las de tipos con los que fui al colegio sólo unos meses.
No hay nada que dé más felicidad que comprobar que hay perdedores de la vida peores que uno. De certificar que en las mismas condiciones históricas, algunos les fue más o menos bien, a otros mal y a la mayoría el cerebro les quedó de adorno.

Por ejemplo los fuegos artificiales: Las clases altas y las bajas se matan prendiendo mechas. Los ricos los tiran al cielo y la competencia es en la bóveda celeste; mientras que los pobres, son más afectos a lo que va por abajo. Revolean tremendos petardos y la guerra también es feroz. Los ricos luz, los pobres ruido.
La clase media llega sin un peso a la noche de Año Nuevo, con la terjeta reventada y el aguinaldo exterminado. Dicen que es tirar la plata, quemarla. Que mejor comprar libros. Algunos cuentan los fuegos en cantidad de libros, aunque hace 15 años que ni siquiera compran uno en una feria de usados de la Rambla marplatense.
En la clase Media prendió, sin embargo, muy bien la huevada de la TVE de las 12 uvas. La versión criolla puede incluir 12 pasas, pero otros se afanan por conseguir y repartir a todos los presentes las 12 pepas.

Son los que a la Champagna le dicen Cava, sidra no toman porque es mersa. Niegan que el champucito en sus vidas sea un invento menemista; antes de Carlos Saúl nadie tomaba champagna, cada vez que lo digo me putean en colores, pero es cierto.
Cuando ya están en pedo cuentan sus viajes por el mundo en los noventa, aunque su periplo globalizador haya sido de siete días en Recife y otros siete en Disney. Cuando la borrachera es generalizada las discusiones giran en torno a si la mejor arena es la de Aruba o la de Punta Cana.
Pero uno de los puntos donde coinciden pobres, medios y ricos es qué carajos hacer con los viejos de la familia. Llegan, los sientan; los nietos le dan 6,3 minutos de bola y allí quedan hasta las tres de la mañana que los cargan en el auto y se los llevan de vuelta.

El otro es qué hacer con los perros y gatos ante los fuegos, los tímpanos no reconocen clases sociales, todas las mascotas se vuelven locas, al menos se pone entretenido correrlos o sacarlos a patadas de las habitaciones en las que se refugian.
Y cuando las anécdotas más picantes, tales como los problemas de la adecuación horaria en el celular y la compu, ya no le interesan a nadie, pensamos que lo mejor que podría pasar es que la mayonesa con atún tuviera la toxina botulímica.
Como durante el Mundial de Fútbol, la negrada del fin de año es un sentimiento compartido, multitudinario y simultáneo.
Gracias a Dios somos todos peronistas.

El primer semestre va a ser una mierda, en el segundo, empeora un poco. Si Dios quiere va a volver a nevar en el conurbano.
Vamos a chivar canelones, pero si le ponemos garra, podremos ser felices de a ratos. Depende de nosotros, me cago en Satanás.
En los comentarios estoy contestando pronósticos para el 2008.