Navidad del 78

Atendiendo al lector que ayer criticó mi cinismo y falta de esperanza, hoy dejo un cuento de Navidad.

Hace poco, Günter Grass, el escritor alemán, autor de El Tambor de hojalata y la Trilogía de Danzing, reconoció haber pertenecido a las juventudes hitlerianas, y a sus 17 años -en 1945- cuando la guerra ya estaba pedida, se enroló en las SS.

Hubo un gran debate donde varios cuestionaron la decisión del joven Grass, aunque todos aceptaron la tardía valentía de reconocerse como un intoxicado por el aparato de propaganda nazi. Otros criticaron el hecho de haber mantenido oculto ese tramo de su vida. Máxime en un hombre que había enseñado a millones de niños alemanes de la post guerra a preguntar libremente "¿Qué hiciste durante la guerra, papá?". El viejo Grass lo reconoció avergonzado y el debate terminó.

En diciembre de 1978 estuvimos al borde de la guerra con Chile. Yo estudiaba en Comodoro Rivadavia, Chubut, en el Liceo Militar General Roca. El 22 de diciembre los militares pusieron en marcha el Plan de Guerra y movilizaron a todos los soldados más al sur y contra la cordillera. Nosotros, cadetes adolescentes, quedamos a cargo del Liceo. Con mis 13 años hacía guardias armado con un FAL.

Ésa navidad del 78 estuvimos a minutos de cagarnos a tiros con nuestros vecinos por las islas del Canal de Beagle. Me acuerdo que no odiaba a los chilenos, vivían con nosotros en la ciudad, pero creo que si hubiera tenido que disparar lo hubiera hecho sin problemas.


Esto viene a cuentas porque una de mis hijas está digitalizando fotos familiares en papel, y allí aparezco yo, ése año, en el Cerro Chenque en Comodoro Rivadavia, con mi uniforme de liceísta y mi cabecita envenenada.

No puedo, trato pero no puedo.


Acá el único que zafa es Kirchner, que se va para Colombia.