Malvinas Causa Nacional

Desde la triste y lluviosa tarde del 14 de junio de 1982 se puso en marcha lo que durante el gobierno de Raúl Alfonsín se denominó la "desmalvinización". La Guerra de Malvinas fue una Guerra justa. Independientemente de quienes la condujeron fue una guerra de carácter nacional y anticolonial.

Sólo los ignorantes confunden la conducción con el carácter de la guerra y el heroísmo de sus combatientes.

En mi ciudad, La Plata, a los oficiales, suboficiales y soldados combatientes se los trajo de noche para que los vecinos no los pudiéramos recibir como lo que eran: héroes. Eran los sobrevivientes del Regimiento de Infantería 7 (creado en 1815 por el General San Martín), que enfrentraron durante 25 horas a las tropas mejor preparadas del planeta y a batallones de gurkas nepaleses. La vergüenza de una dictadura de generales y coroneles gordos, ignorantes, cobardes, inútiles e indignos fue trasladada a los únicos que habían hecho la diferencia.

Esos mandos superiores que odiaban y a la vez le temían al Pueblo, jamás consideraron la posibilidad de un llamado a la "Nación en armas" como sí, alguna vez hizo el abogado Manuel Belgrano. Nación en armas incluye la confiscación de los bienes del enemigo, de sus aliados y amigos internos; significaba armar la resistencia, tomar y convertir en hechos la solidaridad latinoamericana, entre otras medidas; pero eso no podía hacerlo una dictadura que había matado, torturado y desaparecido a miles de personas, con el objeto de implantar un modelo económico hambreador y entreguista.


Para la dictadura los ciudadanos eramos objetos. Lo eran también soldados de 19 años. No eran los "chicos de la guerra", término acuñado en el marco de la campaña de desmalvinización. Eso los menosprecia, diluye su heroísmo y es condescenciente con la idea de que nunca más deberemos defender nuestros derechos, ni en Malvinas, ni en la fábrica, ni en la calle o la facultad.

Las guerras no las ganan necesariamente los que en la suma final tienen más armas, tropas y equipos. De ser así, en Vietnam hubieran ganado los yanquis, y en la Afganistán de los 80, los imperialistas rusos. Si fuera una cuestión de pertrechos, la Corona española aún estaría pegándole patadas a Güemes, Brown o San Martín.


Lo que convierte en invencible a un Pueblo es su determinación. Y ésa determinación es la que había que quebrar en el proceso de desmalvinización. Quebrar la conciencia de clase, de Pueblo y de Nación que no había podido romper la dictadura.

El trabajo sucio lo empezó Alfonsín, lo selló Menem y lo continúa el kirchnerismo. El mensaje es claro: No pueden vencer. Los que intenten defender sus derechos serán derrotados. Éso es desmalvinización, y se aplica en todos los conflictos sociales y políticos, como ahorita nomás en la pelea sectorial del campo argentino.

Pero el germen de la rebeldía y la dignidad es intrínseco a la naturaleza humana, no puede ser derrotado, ni en un campo de batalla, ni en los medios, ni con una plaza llena.