Todo seguirá igual

Las valijas seguirán llegando.

Los 20 porcientos se seguirán aplicando a las grandes y a las pequeñas obras.

Las pautas publicitarias que castigan y premian a periodistas com cama adentro seguirán su curso.

Las toneladas de cemento y asfalto seguirán fluyendo hacia los distritos con intendentes de buenas rodilleras para no lastimarse mientras succionan.

Él, pensará que está para cosas mayores, como sueña cualquier patroncito de estancia mientras su ovejas pastorean al sereno, y seguirá interviniendo.

La política exterior seguirá siendo dictada con la especial delicadeza de un almacenero de barrio.


Los monopolios y empresas europeas seguirán haciendo negocios millonarios aquí en el Tercer Mundo, mientras ella se emocionará cuando la citen a tomar el té a la Moncloa y la traten como la señora que cree que es.

Acá, ocho capomafias desde sus buenas oficinas del centro o en las afueras de la Capital marcarán el paso de las tasas de interés, del encaje bancario, de los subsidios, de las condonaciones de deudas y de los precios acomodados a sus necesidades.

En las escuelas argentinas seguirán con los planes de estudio que incluyen un plato de sopa como salida laboral, o una fábrica de pastas, de pañales o de trapos de piso convenientemente adornados por Alicia y su troupe.

Los chupetes electrónicos y los circuitos informáticos seguirán robando secretos personales y privadísimos de sus propios funcionarios y de los pocos que aun se mantienen en la oposición.

Lo que pase con el campo y con la berreteada industria nacional seguirá dependiendo de los buenos lectores de la revista Fortuna y los tomadores de café en la Expo Agro de Clarín.


Las fuerzas armadas seguirán practicando con cajitas de Chasqui Boom y cañitas voladoras de $0.25. La inteligencia interior se perfeccionará aun más en leer e-mails de los legisladores en sus versiones: autistas, traidores y bufones de lujo; mientras tres mil toneladas de cocaína seguirán entrando como turista por las fronteras o bajadas cuidadosamente en las pistas de aterrizaje del norte argentino.

Los cráneos de la intelectualidad criolla como José Num, seguirán intentando que los desdentados de la patria crean que dignidad es recibir a tiempo la bolsa de azúcar y yerba y que el Banelco no se trague la tarjeta de los 150 pesos.

Con cada situación que fortalezca la verdadera imagen de un gobierno conservador, autocrático, prebendario y corrupto como éste, más actos se organizarán para recordar a los que se quedaron, a los que pelearon, a los que murieron en las mesas de la tortura, o fueron arrojados al río dopados.


Y cuando se haga insostenible todo lo anterior, cuando la brasa aún tenuemente humeante del Argentinazo del 2001 comience a ser avivada por nuevas luchas, nuevos reclamos y nuevos actores; volverán irremediablemente los perros de caza de esta podredumbre, con sus lanzagases y las escopetas, sus cascos y trajes de gendarmes. Porque no hay peor fascista que un liberal asustado.

Ése día, cuando ni ellos se crean lo que quieren que creamos; desde aquí, seguiremos pensando lo que pensamos de ellos, hoy.

Aunque creo que ya lo viví.