Hacia el año 1997
Europa se quería poner linda para el jubileo del año 2000. Había plata y las tasas de interés estaban por el suelo.
Se pusieron a invertir de tal manera que generaron un boom inmobiliario que hizo que el rancho se les llenara de albañiles turcos (que después se fueron a
Abu Dhabi), africanos y de los países del
Este.
Hubo tal migración que surgió un problema: las putas europeas eran caras para los salarios de los obreros. Por cuanto ante ese desbalance comenzaron a migrar trolas de los
Balcanes que si bien habían dejado la guerra atrás la crisis los comía vivos.
Las primeras prostitutas independientes que entraron fueron rumanas y búlgaras, las primeras víctimas de las mafias de trata de personas fueron las albanesas cuyo país aun estaba asediado por la guerra de exterminio.
Así comenzó la última ola de trata de personas en Europa, que recién se pudo contener hacia 2005 cuando el
Parlamento Europeo dio por finalizada la existencia de mafias relacionadas al secuestro para alimentar el mercado de la prostitución.
Una simple y bestial situación de oferta y demanda. Hay que considerar además que la demanda era de baja calidad. Por eso un campesino turco que se pasaba el día fratachando una catedral por 60 euros y dormía en un contenedor podía violarse a una pobre mujer drogada y a veces atada sin muchas vueltas al asunto.
A la par del problema surgieron -cuándo no- estudiosos del fenómeno que fueron financiados para tranquilizar las culposas almas europeas. Esos estudios sobre trata de personas tenían su base europea en
España. Cuando se les acabó el curro de la trata de personas, psicólogos, sociólogos, politólogos y cualquier otra especialidad de esas que no generan nada productivo, descubrieron la "violencia de género", otro regalito que también exportamos oportunamente.
La creencia de que en
Argentina existen redes al estilo de organizaciones mafiosas, con jerarquías y estructuras mafiosas relacionadas con la trata de personas
parte de la idea de suponer que faltan putas y por eso hay que secuestrarlas.
Cuando en realidad
si algo sobra en este país son putas y encima baratas. Por cuanto, cuál sería el valor práctico de secuestrar mujeres para obligarlas a prostituirse, con el riesgo legal (bajo, es cierto) que eso conlleva y con, supongo, el disgusto de quienes consumen prostitutas, de tener que cogerse un cacho de carne drogado, atado a una cama. Porque si buscaran eso, me imagino, se cogerían a sus esposas en lugar de buscar prostitutas.
El caso
Marita Verón lo vengo siguiendo desde antes de iniciado el juicio. Me leí el auto de procesamiento, la elevación a Juicio, la mayoría de las testimoniales y seguí vía web, on line, muchas de las audiencias claves. Lo que digo me da paja referenciarlo pero está ahí, googleen en formatos doc y pdf y aparecerán las actas, todo. Busquen en medios locales independientes, entren en los foros de esas provincias.
Si creen o no, es cuestión de fe, la misma fe metafísica que tienen algunos en creer el cuentito de la mujer buenaza que salió a buscar a su hija y andaba luchando contra las mafias. Repiten como loritos que liberó 100, 300 mujeres. ¿De dónde sacan esas cifras? Todo verso.
Si algo se notó desde el principio es que estábamos en presencia de un gran fraude. Fraude basado en la incorporación de testigos truchos, cuyos discursos se armaron en la
Fundación de Trimarco con el asesoramiento de dos abogadas más truchas que la propia Trimarco y que habían sido oportunamente ofrecidas por
Nilda Garré.
Por tanto, si quieren putear, puteen al fiscal de Juicio y a la Procuración (que son el verdadero brazo del Poder Político) y no a los jueces a los que les llegan las pruebas cocinadas y deben decidir sobre su veracidad. Principalmente en un caso en que, como se dijo no se pudo componer la prueba con documentales, ni nada. Sólo testimoniales.
El juicio tuvo su dinámica propia. La absolución era cantada. El aprovechamiento que se haga de ahora en más del caso, pertenece a otra dinámica pero el juicio tuvo su control de legalidad en los más de 10 abogados defensores. Desconozco la calidad de los jueces que intervinieron pero no hay que ser
Juan Bautista Alberdi para estimar que son unos zaparrastrosos, corruptos e influenciables. Pero hay que admitir que hasta el más impresentable queda registrado para la posteridad en sus fallos, sobre todo cuando adquieren esta trascendencia.
Imagínense qué burdo ha sido todo que hasta se habrán visto imposibilitados de condenar a esos zopencos para calmar al viejerío.
En principio, la fiscalía de instrucción y luego la de juicio compusieron la prueba de la acusación sólo basada en testimoniales, cuestión de por sí ilegal, pero alcanzó para los procesamientos y creyeron que podía pasar en el Oral. Los testigos fueron aportados en su totalidad por Susana Trimarco. No investigaron nada. Es cierto que la primer fiscal intentó avanzar en otras pistas pero fue eyectada de la causa.
De parte de la fiscalía, salvo una mujer, el resto de los testigos se encontraban o estuvieron alguna vez, asistidas financieramente por la
Fundación Marita Verón, que a su vez es financiada por el Ministerio del Interior y antes por el de Justicia. Las asistencias van desde préstamos para microemprendimientos productivos, capacitación, vivienda y cualquier otro rubro que se les pueda ocurrir que es fácil chorearse la plata sin justificarla.
¿De donde vinieron esas testigos? de los famosos operativos que realizaba la Trimarco desde 2007 en adelante.
Operativos más truchos que el relato K. La construcción del personaje de Susana Trimarco como una mujer valiente, que recorría el norte liberando esclavas fue generado por la
exSIDE de la delegación más poderosa que tiene la Secretaría de Inteligencia del Estado como es la de
Tucumán (donde además cobran sus dineros la piara de cibermilitantes que rompen las pelotas en las redes sociales luego de haberse desfinanciado el curro que les había armado
Aníbal Fernández).
Por ejemplo, una mujer que declaró como testigo, al ser impugnada por encontrarse con un contrato de la Fundación Marita Verón, afirmó haber sido liberada de la esclavitud sexual en la que se encontraba por Susana Trimarco. Sin embargo se demostró que vivía a al menos cinco cuadras de la
whiskería donde había sido "liberada", que convivía con su marido y vecinos refirieron que diariamente llevaba a sus hijos al colegio. No fue imputada por falso testimonio.
Como tampoco investigaron a otra "liberada" en
La Rioja, una tucumana que no pudo nombrar la calle que seguía a la que supuestamente estaba viviendo, no pudo decir de qué color era la Casa de Gobierno provincial (a pesar de domiciliarse a una cuadra del centro cívico), ni identificar datos de la terminal de ómnibus que teoricamente tomaba.
Varias testigos afirmaron cobrar $3.000 mensuales de la Fundación por actividades que no pudieron precisar.
El procedimiento era más o menos así. La SIDE identificaba algún puterío (que no perteneciera al Poder político), le pasaba el dato a la Trimarco y ésta, sola o acompañada a veces por
Gendarmería y agentes de inteligencia, les caían encima.
Te allanaban, entraban a las patadas y a los gritos, te tiraban todo el poder del Estado. Las pobres minas en bolas, medio en pedo, solas, pobres, alejadas de sus hijos, explotadas. Trimarco les ofrecía dinero, contratos, subsidios, etc. Imaginen qué iban a decir esas mujeres cuando se les pedía que dijeran que estaban secuestradas?
Durante los últimos cuatro años, la fiscalía admitió esa calidad de testimonios para lograr la imputación a todo evento de los acusados, una banda de gordos impresentables que sus buenas cagadas se habrán mandado, pero coincidirán conmigo, amables lectores, que es insoportable pensar que se condene a alguien sin pruebas.
Todo el andamiaje legal se basa en la confianza en que las condenas sean producto de pruebas admitidas y validadas en un juicio con garantías constitucionales. Porque podemos aceptar que un culpable se escape del cargo punitivo pero jamás que se condene a un inocente o a alguien que parezca culpable pero no se lo pueda demostrar.
Bueno, algunos dirán que estos acusados eran culpables de otras cosas (por eso serán juzgados en La Rioja) o de la misma desaparición de Marita. Pero lo que nos diferencia de otras bestias es que tal vez algunos no queremos vivir en un país que condena sin pruebas y sin garantías.
Pero la novelita de
Soledad Silveyra,
Vidas Robadas, ya había calado en el corazón de las viejas que se habían emocionado y llorado con la historia guionada. El personaje y la épica ya habían sido construidos.
"Hay personas que merecen algo mejor que la verdad", como refiere
@lgbk. ¿Si la historia está bien contada y es verosímil, porqué no creerla? Además, si algo de ingrata tiene la verdad (y la realidad) es que depende de las percepciones.
El caso
Marita Verón y toda la histeria que se observó en las Redes Sociales luego del veredicto ni siquiera sirve para elevar la conciencia crítica de las personas. Porque esa histeria parte de la proyección de miedos infantiles. El abuso, que mamá desaparezca, la violación, el terror a la pobreza propia, etc. Y el miedo, ese gran, gran, gran aliado y socio de la señora manipulación.
La Trimarco es una pobre mujer (y era una mujer pobre) a la que le desaparecieron a su hija. Pero lo que tenía de pobre lo tiene de viva. Vio que había una desesperación de la progresía por financiarle sus delirios y matarle la angustia y el hambre y agarró viaje. Fue funcional. Simbiótico.
Susana Trimarco, consta en el expediente, en 2003 no tenía $5 (cinco pesos) para prestarle a Marita (que tenía una infección). Y ahora anda con chofer, tiene una casa que no vale menos de U$S 200 mil (en 2003 el lugar en el que vivía no tenía calefón), se viste y viaja como la gerente que es de
su empresita: La Fundación María de los Ángeles Verón.
Eso lo sabe todo
Tucumán, por eso es que los medios, pese a instarlo, no lograron que nadie, salvo
La Cámpora y algún otro colectivo de colectivizados saliera a protestar por el fallo.
Y en medio de este desastre, observamos a los políticos argentinos de la oposición haciéndose los enojados, entristecidos, abrumados por el fallo.
Y eso es más peligroso que el uso que harán los crápulas K del tema. Si nuestra oposición, para logar un "me gusta" en
Facebbok o un RT en
Twitter, no tienen la pelotas suficientes para enfrentar a la gente y decirles que
NO SE PUEDE NI DEBE CONDENAR SIN PRUEBAS, qué nos espera.
Marita, como su madre, era una pobre mina. Pobre, pobrísima. Ejercía la prostitución en el
Parque Nueve de Julio al menos dos días a la semana. Esto consta en el expediente y fue señalado por vecinos, amigas y representantes de ONGs. Una enfermera refirió que le regalaba los profilácticos. Que era prostituta su mamá lo supo en 2005 y prefirió callarse.
A Marita la volvieron a desaparecer un montón de veces. Y la peor de ellas, luego de la física, fue la que le provocó su propia madre. La que ocultó y minimizó que una chica instruída, sana y despierta como era ella, debiera tener que entregar su cuerpo a cualquier borracho a cambio de esos pesitos que le permitieran alimentar a su bebé.
Perdió su oportunidad de denunciar el mundo de mierda en el que vivía su hija, un mundo de desocupación, miseria, desesperanza y abuso. En una provincia que es una vergüenza y una ofensa al sentido común.
De la forma en que Marita juntaba sus pesitos no quita ni suma nada a la historia, salvo por el detalle que los medios también lo han ocultado para que "la verdad no arruine una buena nota". Todos ganaron con el caso de Marita Verón.
Todos menos la pobre Marita Verón.
Ya había escrito algo sobre la prostitución y la trata aquí: Querido Eugenio.