Con el mismo cuidado con el que rezo a Dios para que no me lleve todavía, elevo mi vista al altísimo y le ruego que ninguna rama corte mis cables de electricidad, teléfono, datos o televisión, porque sé, fehacientemente que ese hecho menor me llevaría indefectiblemente a certificar lo que también sé: que soy un ciudadano de cuarta, un usuario de cuarta y un consumidor de cuarta.
Sin derechos, sin nadie a quién reclamárselos, sin vías administrativas medibles y certificables, nuestra vida se bambolea inestablemente creyéndonos la farsa de que somos sujetos de derecho. Hasta que un árbol decide llevarnos a la realidad cruel y despiadada de nuestra insignificancia.
Así y todo, como quién zafa de un infarto, del gatillo fácil de un policía borracho, de la bestialidad de un pibito chorro drogado o de un colectivero cansado, vamos por la vida creyéndonos poseedores de derechos por lo cuales nada hemos hecho por mejorarlos y usufructuarlos.
De a poco, Julio Alak ha impuesto su estilo en Aerolíneas Argentinas. El primer gran paso fue aceptar mansamente un cargo en el que el Estado nacional (o sea nosotros) absorbe la deuda de una empresa privada. Lo mismo que hizo siendo intendente al hacernos cargo a todos los vecinos del desmanejo del recontra fundido Banco Municipal, cuya principal actividad, durante los 90 fue darles créditos blandos a sus insolventes amigos.
También anunció de manera espectacular una reestructuración que colocaría a la empresa aérea entre las mejores del mundo y por toda acción ya contrataron a la empresa Naya para que cambie la imagen y señalética de AA. Lo mismo nos planteó a los platenses cuando nos embarcó en el proyecto para que La Plata fuera declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, y en las fotos que envió a París, borraron con un Paint los edificios que afeaban y quitaban brillo al casco céntrico.
La Patria colchonera también podrá viajar en Aerolíneas Argentinas, pero
primero tendrán que empujar los aviones para que levanten vuelo
primero tendrán que empujar los aviones para que levanten vuelo
Se supone que, como pasó en La Plata, entregará la publicidad callejera a Pepe Albistur y al amigote de Maradona, Carlos Ferro Viera. La falopa la manejará con los gerentes de la empresa y la limpieza se la cederá a su propia familia, y para no tener problemas prohibirá la publicidad política en la vía pública (en La Plata hay una ordenanza que la prohíbe).
De mantener la inercia que llevaba en la Municipalidad, en lugar de arreglar los motores de los aviones, los va a pintar, y en poco tiempo más, los señaleros, aquellos prácticos que acomodan los aviones en las pistas, serán reemplazados por trapitos cuidacoches como los que agobian a los platenses que intentan estacionar en el centro de la capital provincial.
Y lo más importante; se quedará unos 16 añitos, enriqueciéndose con la tuya.
Cansada de inaugurar una y otra vez las mismas obras, Crist se dio cuenta que gobernar es hacer caminos, pero como Julito De Vido no le tiene preparado ningún corte de cintas en autopistas o carreteras, se decidió por las calles. Desde que se juramentó no volver a llorar por los guachos de los ruralistas, ya lleva tres actos en los que los intendentes le ceden el escenario para que muestre sus trajecitos y sus nuevos gestos.
Esta vez fue en Ezeiza. Mucha mueca forzada, mucha naricita fruncida (con la flexibilidad que puede dar el apéndice nasal totalmente dormido por las toxinas botulínicas), mucho recuerdo y mucho amor para los jubilados que logran acarrear a los actos. Ahora es más barato contratar viejos, porque las amas de casa se avivaron y ahora quieren cobrar por los hijos que también se suben a los micros. Desagradecidas. Lo de las movilizaciones antiimperialistas disparó los precios de la concurrencia.
En marzo iban por el chori y la coca, luego cobraban un cincuenta. Al final, cuando se libraba la batalla por Stalingrado en las valerosas carpas del Congreso, el compañero movilizado ya se cotizaba en 100 pesitos más la vianda. Y después Guillermo Moreno dice que no hay inflación.
La cosa es que ahora, el único lujo del que dispone la revolución kirchnerista es la calefacción en los colectivos porque más caro es tener que pedir una ambulancia por un viejo catatónico. Más aun ahora, cuando Cristina pidió que no se muera nadie más en sus actos porque sino la van a tildar de mufa. Como si haber arruinado al país en seis meses, además de su inutilidad, no tuviera que ver con la maldición que alguien nos habrá echado alguna vez.
Está como más sedada, pero se nota que el odio no se le va más. Desde aquí le recomendamos que lo saque para afuera porque sino le va a agarrar una úlcera o algo peor. Dios nos Libre.
Yo puse lo mío. No es que me senté pasivamente a esperar que Multicanal viniera. Hice la denuncia en Defensa del Consumidor de la Municipalidad: me dijeron que no quieren apretar a las empresas locales (?). Fui a la Dirección de Comercio de la Provincia: Me dijeron que no tenía sentido la denuncia que mejor era esperar a que vinieran. Pedí prestada una escalera de cuatro metros y me subí al poste de EDELAP (que además está flojo desde el temporal de marzo) donde está la caja de Multicanal.
La cosa es que tratando de afirmar la escalera toqué la puerta de un auto: $200. Ya ubicada, se me zafó, me resbalé, me lastimé el antebrazo, la mano, la corva de una pierna y encima doblé la escalera de aluminio que cerré como pude y devolví al chatarrero de la esquina haciéndome lo que mejor me sale: el boludo. Resumiendo: magullones, $200, 12 días sin TV ni Internet y encima no me atrevo a pasar por la esquina de mi casa, por el negocio del dueño de la escalera.
Y lo más doloroso: el silencio. ¿Cómo contar todo esto a mi familia?, no es que piensen que soy un ganador de la vida, pero tampoco facilitarle las cosas para que corroboren lo que ya presumen por ciertos indicios que no vienen al caso.
El viernes manejé 16 horas sin parar para estar en la reunión de los Blogueros Unidos. Cuando llegué a La Plata, CapitánFla me avisa que está perdido en la ciudad que soñó Dardo Rocha y está arruinando Pablo Bruera. Lo guié por 20 kilómetros para que pudiera empalmar nuevamente la Ruta 2 camino a sus vacaciones, volví a mi casa y me dormí hasta el otro día. Mi esposa cada tanto me acercaba un espejo para ver si respiraba. Otra vez será. Igual no se perdieron de mucho.
Ya me pongo al día. Esto es todo desde la colonia.
Somos agosto, el año está perdido.